La nueva Carta Magna que resulte después de la amplia consulta popular que desarrollamos desde el pasado 13 de agosto debe refrendar los deberes y derechos ciudadanos, entre ellos trabajar para que la prosperidad individual y colectiva sean señal del desarrollo económico o la puerta para otros progresos. Sin embargo, no será, una «varita mágica» que por sí sola resuelva los problemas estructurales que laceran nuestra economía.
Para que el futuro se parezca a nuestras esperanzas y podamos superar las limitaciones económicas, habrá que lograr no solo una Constitución en la que se reflejen los intereses comunes que apunten a promover la prosperidad y sostenibilidad que se ha propuesto nuestro socialismo, sino también que lo que se establezca se corporice en el día a día y en la laboriosidad de cada cubano.
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