Tomado de Granma.

CIENFUEGOS.–Este lunes 15 de marzo, cuando el equipo de Granma llegó a su casa, el rostro de Maidi Martínez Pérez era muy diferente al del domingo 21 de febrero, fecha en que la ingresaron en el hospital provincial de Cienfuegos por «síntomas respiratorios, falta de aire, decaimiento y fiebre», según refirió.
A sus 35 semanas de gestación, la joven, de 33 años, en aquel momento se sentía muy preocupada por cómo podría repercutir tal cuadro clínico en su criatura. Poco después, al confirmarle que era positiva a la COVID-19, la preocupación se convirtió en verdadera alarma y, sobre Maidi, se abatió un desasosiego indescriptible.
Ayer, una jornada antes de cumplir las dos primeras semanas de vida, su pequeña Helen García Martínez –la primera bebé nacida en Cuba de una madre en estado crítico por complicaciones asociadas a la COVID-19–, Maidi dijo a nuestro diario que «las dos nos encontramos ahora en perfecto estado de salud, y eso es obra de la medicina cubana, resultado del esfuerzo de nuestro sistema por preservar la salud del ser humano».
«Tras confirmarme el positivo, deciden trasladarme hacia el hospital militar de Santa Clara, con más experiencia con las mujeres gestantes.
«Allí me ingresan en terapia intensiva y es el periodo más crítico de mi enfermedad. Analizan intervenirme quirúrgicamente, para salvar mi vida y la de la niña y, además, así realizar los tratamientos independientes. Me encontraba en estado crítico, pero el grupo multidisciplinario que decidió hacerme la cesárea obró el milagro».
La joven agradece a ginecobstetras, intensivistas, anestecistas, neonatólogos, enfermeros, técnicos, a todos quienes hicieron lo necesario por la supervivencia de ambas.
Afirma que, «además del procedimiento quirúrgico, fue fundamental el tratamiento, el suministro de esos medicamentos que no nos faltaron, pese al atroz bloqueo económico del gobierno de EE. UU. contra Cuba, y especialmente contra su Salud Pública».
Tras la cesárea, Maidi se sintió mucho mejor, sobre todo en el plano respiratorio. «La niña, pese a ser pretérmino, evolucionó muy bien. A mí, después de la operación, continuaron aplicándome los protocolos de tratamiento, hasta que, ya sin la enfermedad, me encuentro con mi niña, el 8 de marzo, e inicio la lactancia materna.
«Al hospital materno de Santa Clara nos fue a buscar el Jefe del Servicio de Neonatología de Cienfuegos y ya, desde allí mismo, me explicó que al mes mi Helen tendría una consulta y, a partir de ahí, toda la atención médica permanente con que cuentan, de forma gratuita, los niños de Cuba».
Maidi, joven oficial del Ministerio del Interior, quien vive junto a su esposo Yudiel y su hijo Yerson, se siente feliz al mirar a Helen, rozagante, en procura constante de su pecho, para alimentar la vida que salvó la medicina cubana, la de ella y la de su mamá.
Dice Maidi que le gustaría mucho que su niña sea doctora algún día, «para que haga por otros lo que ahora hicieron por nosotras».